Hay palabras dulces, amargas, hay palabras alegres y otras que encogen el alma. Hay palabras que saben a poco y, otras que se indigestan con solo intentar inflarlas en la garganta...Pero hay un tipo de palabras que consiguen equilibrio, que calman, que transportan e incluso viajas con ellas entre semana. Esas palabras no se pronuncian, vete tú a saber si podrían perder su magia...¡Y lo necesarias que son cuando ni tiempo ni ahorros tienes para hacer reserva de vacaciones! Lo malo es que no están a tu libre disposición. Aparecen cuando menos te lo esperas. Flotan en algún rincón, siempre alerta. Las podrías buscar en el diccionario, pero ya te aseguro que de abracadabra nada de nada.
Ellas saben cuando es el momento. Son palabras tan sabias y llenas que sólo ellas pueden adivinar el contexto. Y llegan así, de pronto, sin previo aviso para seguir enriqueciéndose a costa de vaciarte por dentro , de exprimir todos tus sentidos y envolverte en un remolino de emociones desordenadas en un tiempo, en una edad, en un "yo" más pequeño al que todos, absolutamente todos, viajamos de forma esporádica para darnos más tiempo y hacernos grandes de forna ordenada.
" Surcar las olas aunque el mar sea de arena"
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