Soesto y los seres de Sol

Querido sobrino Gobo:

                            El mundo exterior no deja de sorprenderme. Hoy he llegado a un trozo de tierra estirado al lado del mar con minúsculas partículas blancas y brillantes. Es una "playa" a mar abierto desde donde se dibuja una línea de horizonte marino que sirve de carretera a 40 millas náuticas de tierra. Por ella circulan enormes bloques de hierro y más cerca de la costa, otros muchos más pequeños, algunos espigados, con inmensas telas infladas de aire y otros que rugen y llevan sobre sí densas nubes de pájaros marinos de plumas blancas que alborotan y revolotean  nerviosos en su compañía.

                        Aquí, desde este punto en el que me hallo, puedo observar todo un ecosistema de flora y fauna diversa. En el agua descubro unas extrañas criaturas de piel oscura que juegan con las olas. Algunos se sientan sobre largas tablas, otros se tumban apoyados sobre sus panzas y los hay que con un impulso se yerguen sobre ellas en un equilibrio imposible. En la orilla, pequeños seres de piel negra imitan a los grandes sobre la blanca tierra mojada o sobre la fina lengua de agua salada que llega a ella.

                         Más arriba hay pequeños grupos de criaturas. Aunque en el agua todos parecen usar el mismo código, en tierra observo que emplean distintos lenguajes.Oh! Alguno se desprende de la piel negra y húmeda y la extiende al sol. Ahora su cuerpo es más claro! También clavan las tablas en la tierra blanca orientándolas al sol y sentándose a su alrededor. Supongo que se trata de una especie de rito místico.

                          Las crías de los seres de piel oscura son tremendamente autónomas e independientes y me sorprende la capacidad de desarrollar sus juegos y actividades sólo con los elementos naturales que encuentran en el entorno o simbolizando las acciones de los mayores. En todo el tiempo que llevo no les he escuchado ni una sóla queja o llanto. A pesar de la inmesidad del espacio en el que están, parecen desarrollar una especie de líneas imaginarias de seguridad y apego. Será consecuencia de su instinto...

                          Me sorprende también la cantidad y diversidad de pequeños animales peludos que corren y se mueven libremente. Tienen cierto parecido con Sprocket, aunque éstos parecen no percibir mi presencia y se entretienen más en amonestar a las aguas o en olisquear entre las manchas pardas y correosas que encuentran en la orilla. Al igual que las crías de los seres de tablas, juegan, se van y regresan en ese marco invisible de acción.
                       
                                   Cae el día. Aquí en esta costa occidental dura mucho más, el sol estira sus rayos sobre el mar de agua y arena de Soesto y envuelve a las criaturas de una luz difusa y anaranjada. Poco a poco los veo recogerse. Con la misma agilidad con la que se mueven en el agua, cargan las tablas bajo los brazos y avanzan  en una procesión constante hacia el camino que sale de la playa. Allá, más allá del complejo dunar, los veo apoyar las tablas alrededor de extraños habitáculos rodantes y sus pieles negras descansan ahora sobre ellas. Con los últimos hilos de luz desaparecen en su interior. Ahora estoy seguro, son Seres de Sol!

                         Querido Gobo, ya sólo escucho el sonido del mar. En este lugar el aire se inunda de sal marina y cada soplo te invita a ser parte de este enclave. Hay libertad y ya empiezo a sentir que me atrapa.

                          Un abrazo, tu tío Matt.

Playa de Soesto, Laxe. Con los seres de sol y el Peñón al fondo.
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