El viaje de la nube roja


Si algo tiene de especial el último día del año es que va de la mano del que va a nacer. Así recordaré con más fuerza que nunca al 2018. Un año en el que despedí a dos de los seres más importantes de mi vida y de su mano me han dejado los valores y herramientas necesarias para renacer y volar como la nube roja. Os quiero abuelos:

"Hace mucho, mucho tiempo que empezó su periplo. Al principio a penas sí era una mota de algodón suspendida, desorientada e imperceptible y se dejó llevar, como todas las nubes...A veces se sentía pequeña y poca cosa...aún a pesar de su altura.
"Soy imperceptible, intangible casi invisible", se decía.

Y se dejó arrastrar. Siempre el viento su motor. Siempre el cielo su circuito.
Siempre ríos y mares sus espejos y siempre un mundo que recorrer y al que aportar su pequeña sombra.

Creció, imperceptiblemente se llenó de una fuerza intangible y quiso el sol regalarle tiempos visibles.

Sólo cuando el viento cesa y todas las nubes se posan, cuando el astro rey se adormece...Sólo en ese instante, la pequeña nube se sabe grande y se luce, desafiante y hermosa porque no está sóla.

El viaje, en su fin, es el de todas."

¡FELICES VUELOS!

Gran nube roja sobre Laxe.

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